“Sé
tú el cambio que quieres ver en el mundo” Gandhi.
Quisiera
empezar con esta frase porque deberíamos plantearnos, las personas que
trabajamos en educación, sea con adultos o con pequeñ@s, cómo está nuestro
sistema de valores, ¿dentro de este se incluye la empatía, el respeto al otr@,
la asertividad para transmitir lo que pienso? Vivimos en un mundo donde solo
importa sobrevivir, y partiendo de esta premisa, competir es el objetivo y no
el desarrollo holístico de las personas.
Las
competencias de las que los expertos en psicología nos hablan apuntan a que no
solo las técnicas-profesionales son necesarias para tu desarrollo óptimo del
trabajo, (sea educación o no), sino que también la empatía, la asertividad,
mirar al otr@ a los ojos, debería formar parte de estas competencias personales
que tiene un buen profes@r. Estas competencias personales se pueden desarrollar
o recordar, ya que la empatía forma parte del ser humano desde que nace, y sería
conveniente, como tantas otras materias incluirlas en la formación de l@s
maestr@s, como son la educación emocional, espiritual, etc.
Solo
se puede aprender con emoción, como dice Francisco Mora en su libro
Neuroeducación, y ¿qué significa emoción? Es una reacción afectiva, más o menos
espontánea, ante un evento significativo (Extraído del libro). Esto quiere
decir que si no creamos eventos significativos en el aula, no generaremos una reacción
más o menos espontánea y que sea afectiva, que les llegue, que les motive. ¿Cómo
generar esa emoción sino somos altamente empáticos con el alumnado? ¿Si no lo
conoces, sino sabes qué le interesa? ¿Qué le pasa, cómo se siente? ¿Cómo lo
puedes conseguir? ¿Si no sabemos cómo trasmitir con asertividad, como
llegaremos a sus corazones? Por eso la frase de Gandhi.
Una
de las actividades que se puede llegar a realizar en el aula, es la que aprendí
en uno de los cursos del CEFIRE de Valencia, y se trataba de algo muy simple, (es
una adaptación) dibujar un árbol con varias copas pequeñas donde escribieran
las seis emociones básicas, para después en el momento que lo necesitaran lo
utilizaran en el aula para indicar cómo se sentían ese día y si necesitaban
hablar o apoyo de la clase o de la profe. Sean adult@s o niñ@s, se sienten
mucho mejor después de hablar de cómo se sienten y esto es necesario hacerlo
antes de cada sesión o cuando lo necesite el alumnado, no podemos obviar que
nuestra labor es de gran responsabilidad, formamos a personas, no cosas y por
lo tanto habrá que tener en cuenta una educación
holística, donde se tenga en cuenta
a la persona desde todos sus ejes, el
emocional, el físico y el espiritual, tan de moda ahora en nuestro país,
donde se está introduciendo en el aula a través de la meditación o el yoga.
Otro
de los ejercicios que puede funcionar muy bien para trabajar las emociones es
otro que aprendí en este curso del CEFIRE, y se trataba de colocar tres urnas
donde ponía en cada una de ellas, Me gustaría superar….Me arrepiento de….Un
problema mío es….y escribir lo que ell@s necesitaban de manera anónima para
después entre toda la clase responder de manera asertiva y positiva a las
peticiones, al realizarlo en clase, resultó altamente gratificante, ver como
ellas a través de su gran capacidad de ayuda al otr@, eran grandes psicólogas
al dar respuestas asertivas y positivas a los problemas que habíamos escrito l@s
demás.
Por
último, me gustaría terminar con una reflexión personal, hace tiempo el mundo
se regía por las competencias que explicaron muy bien los ponentes del curso,
participación, flexibilidad, facilitación, actitud de cooperación, igualdad,
bueno algunas más las añado yo. Era un tiempo en el que el grupo consultaba al
grupo lo que tenían que decidir, no había un líder, sino simplemente se le
preguntaba a los más sabios los ancianos o las personas que sabían cómo utilizar
las plantas para curarse. La tierra se repartía, se trabajaba entre todos, no
existían las guerras ni la lucha por el territorio. Eran tiempos donde todos éramos
iguales. Eran otros tiempos, quizá algún día vuelvan entre nosotras.
